miércoles, 30 de octubre de 2013

El Colombiano - Visual Phone:Kapax, una leyenda que se resiste al olvido

Nelson Matta, lunes, 28 de octubre 2013 06:56:59


El emblemático defensor de la naturaleza, a sus 67 años, siente que los políticos le han dado la espalda.
Kapax martilla una frase para describir su relación con los políticos de Colombia: "Me tienen desahuciado".
Me impresionan la melancolía con la que lo dice y el significado de su aseveración, porque este señor de 67 años es una leyenda viva del Amazonas, un adalid de la selva, un guerrero de la causa ambientalista. O al menos eso creo yo, sentado frente a él, a un costado de la piscina del hotel Decameron de Leticia.
Una turista se aproxima por detrás, curiosa de ver el movimiento de cámara y micrófono, y pregunta: "Periodista, ¿quién es ese señor?".
La miro con la boca abierta, pues hay cosas que son una blasfemia en la Amazonía: matar un delfín rosado, traficar con pieles de anaconda, derramar mercurio en el río y no saber quién es Kapax.
Luego me doy cuenta que no es ella sola, sino varios de los presentes, los que ignoran quién es este caballero de pelo entrecano, pectorales amplios y tez quemada, que parece no soportar esa silla de plástico que lo aprisiona.
Me cuestiono en qué momento la fama del indomable "Tarzán colombiano" comenzó su declive, hasta quedar solo Alberto Lesmes Rojas, esposo, padre, abuelo y promotor de turismo.

Las hazañas

Alberto nació el 29 de junio de 1946 en Puerto Leguízamo, Putumayo. Su patio de juegos era el río y su plataforma de ensoñaciones un vetusto televisor en el que veía a Tarzán columpiarse por la selva.
Esas dos pasiones lo predestinaron a buscar trabajos de marinero y ayudante de máquina en los vapores que navegaban los caudales del sur de Colombia.
Dejó la calidez del hogar para adentrarse en la jungla inhóspita y desafiar sus peligros a punta de arrojo y un cuchillo de caza, al igual que su ídolo de la pantalla.

Los animales y la flora silvestre fueron su escuela. Comer lo cazado, dormir bajo las ramas y beber lo que fluye del bosque le inyectaron la consciencia ambientalista, un veneno tan potente que aún en la senectud sigue corriendo por sus venas.
Quería hacer algo grande por la naturaleza y para eso tenía que contar con una especie humana que poco apreciaba: los políticos, los señores del interior del país.

En 1976, con el auspicio de una emisora bogotana, se impuso un reto para llamar la atención de medio mundo: nadar los más de mil kilómetros del agreste río Magdalena, desde Neiva hasta Barranquilla.
Ya había trasegado las aguas del Putumayo y del Amazonas en embarcaciones, entre 1968 y 1972, pero a punta de brazada y pulmón, nunca. El 29 de junio, día de su natalicio, se acomodó un taparrabo, un collar con colmillo de felino y se clavó en el cauce.
"¡Me demoré un mes y siete días…", recuerda hoy Alberto, esbozando la única sonrisa que le vi en esta entrevista.

La hazaña del Magdalena, seguida por radio y televisión, dio vida a un nuevo paladín: Kapax, llamado así por un escurrido pez de aquellas profundidades.
Cuando era simplemente Alberto Lesmes, pocos interiorizaban su parábola. Ahora todos querían escucharlo, prometerle campañas ambientalistas y grabarlo para emitir documentales en el extranjero sobre la importancia de cuidar los ríos y el coraje del superhéroe amazónico.
Aparecieron fotonovelas y cómics en su honor, en los que incluso se batió en duelo contra el mítico Mohán, porque ese espanto estaba secuestrando a las lavanderas.

Y así como en los talleres de mecánica de Medellín pululan los calendarios con chicas en bikini, en los del Amazonas exhibían a Kapax en taparrabo, abrazando a una tenebrosa serpiente.
Gracias a él, en las metrópolis supimos que existía Puerto Leguízamo y que teníamos el deber ciudadano de proteger la jungla.
Estelarizó varias películas, siendo la más memorable "Kapax del Amazonas", del director Miguel "el Indio" Rincón.

En el filme, patrocinado por Focine en 1980, el justiciero se enamoraba de una antropóloga estadounidense, cuya avioneta se accidentó en plena selva. Por ella peleó a muerte con cocodrilos y aborígenes salvajes, superando en dramatismo al Tarzán de las cintas a blanco y negro.
La trama generó polémica entre los más encopetados, durante su estreno en el Teatro México de Bogotá (1982), porque la coprotagonista María Bauza aparecía desnuda con Kapax, nadando cual ninfa de los bosques.
En la vida real, Alberto se enamoró de otra María, de apellido Salinas, con quien hoy convive en el barrio Porvenir de Leticia. Tienen tres hijos y seis nietos.

También quedó prendido de una anaconda que unos campesinos asustados iban a matar en una laguna. Era una tripita de un mes de nacida, a la que amó y alimentó hasta que alcanzó los cinco metros y 47 kilos. La llamó Cantalicia, su compañera de aventuras y charlas educativas en las riberas.

Desahuciado

Como las motosierras que acechan las raíces del cedro en la selva amazónica, así es la fama: te toca, perfora y, cuando eres más grande, te derrumba. Se fue el siglo XX y con él, poco a poco, la popularidad de Kapax.
Pese a que varios políticos lo "nombraron" embajador del medio ambiente, jamás tuvo un cargo público. Un curriculum vacío de estudios académicos le impidió ser contratado como docente, aunque ha dado más cátedra ambientalista que cualquiera.
Durante el último mandato de Álvaro Uribe Vélez (2006-2010), el protector se quemó las pestañas redactando un proyecto para unir a los tres países del Trapecio Amazónico (Colombia, Perú y Brasil) con jornadas de educación.

Quería aprovechar un consejo comunitario de 2010 para mostrárselo, envió las cartas protocolarias e hizo lobby con funcionarios locales para que le dieran la cita con el mandatario. Al llegar al sitio, los escoltas le cerraron el camino.
- "Por seguridad no puede pasar, es una orden presidencial", le advirtieron detrás de unas gafas oscuras.
- "¿Pero quién soy yo? ¿Acaso maté a alguien? ¡Soy Kapax…", les inquirió sin éxito.

Fue ahí cuando supo que sus poderes lo abandonaban. "Me dolió en el alma esa vaina, fue un domingo negro para mí, quedé desahuciado", recuerda.
El 10 de marzo de 2012 el nuevo presidente, Juan Manuel Santos, le rindió un homenaje durante un Acuerdo para la Prosperidad en la capital amazonense.

Orgulloso, Kapax ingresó al auditorio con Cantalicia, que parecía coquetear ante los relámpagos de las cámaras y los chistes del Jefe de Estado. Las chanzas, sin embargo, no le hicieron gracia a una funcionaria de la comitiva.
Dos días después le llegó una carta de Corpoamazonía. "Se recibió denuncia verbal al aprovechamiento y exhibición de fauna silvestre, presentada por la doctora Julia Miranda, directora de Parques Nacionales Generales", indicaba la misiva oficial.
En consecuencia, la autoridad ambiental le decomisó a Cantalicia. "Les rogué, les dije que la tenía a manera de hogar de paso, no de mascota, pero la tuve que entregar".

Lo que pasó después, tan absurdo y triste, lo narra el intendente Javier Rodríguez, de la Policía de Amazonas, quien profesa un cariño especial por Alberto: "Al otro día, él fue a la sede de Corpoamazonía a llevarle dos pollos a la culebra, pa' que comiera, y le dijeron que se les había volado. Kapax lloró como un niño chiquito".

En este punto de la historia, el aventurero putumayense da un suspiro de pesar. Cantalicia lo acompañó casi una década y fue el único animal que lo mordió, quizá por eso la quería tanto.
Pasaron los meses y de nuevo arribó una delegación de políticos del interior. El Tarzán criollo les mostró uno de sus ecoproyectos, otra vez.

"Vinieron 12 senadores y les dije: '¡hagamos algo, por Dios…'. Y nada. Yo solo valgo aquí cuando hay elecciones, ¡ahí sí soy 'Kapax, el héroe salvaje…', pero cuando ganan, me dejan por allá", profiere señalando hacia la nada, intentando pararse de la silla para enfatizar la rabia.

Educación para niños

Su preocupación no es imaginaria. Con el fotógrafo Róbinson Sáenz recorrí la Amazonía durante una semana, recopilando información para un especial periodístico de El Colombiano. Es verdad que el cambio climático está secando el río, que la minería ilegal amenaza con arrasar la selva, que hay cacería clandestina y el narcotráfico está matando a la gente.

El desarraigo estatal es compensado con otros aliados. El Decameron le dio trabajo hace ocho años, de promotor turístico, recibiendo a los citadinos que llegan en grupos a disfrutar del "pulmón del mundo".
Y la Policía Ambiental se ha encargado de perpetuar su leyenda, logrando que el terminal fluvial de la ciudad se llamara Puerto de Kapax, reemplazando al mote de Puerto de Mike, quien era un antiguo comerciante y traficante de fauna, más de odios que de amores en la región.
Esa institución también intercedió para que en el aeropuerto internacional Alfredo Vásquez Cobo se reinstalara una emblemática escultura del maestro Roberto Paneifo (2012), que inmortalizó a este personaje en fibra de vidrio, custodiado por dos jaguares y envuelto en su añorada Cantalicia.

Alberto siente que todavía le queda una hazaña por realizar. Lo dice mostrándome fotos viejas del río. "Quiero volver a navegar el Magdalena, en una canoa de remos, pasando por las escuelitas para mostrarles a los niños que la naturaleza es de ellos".
Sus proyectos ya no se enfocan en adultos ni políticos. Tal vez piense que somos una generación perdida y prefiera dirigirse a los infantes, que todavía le ponen atención, aunque no sepan quién es.
¿Qué Sigue?
Los proyectos actuales de Kapax
Alberto quisiera recorrer el río Magdalena, esta vez en canoa de remos. El ideal detrás de la aventura es unir a los comités locales de emergencia para prevenir inundaciones, recuperando el canal del cauce. "Hoy el río es más ancho y menos profundo, por tanta deforestación, y por eso ocurren inundaciones", dice. Aunado al propósito, está el deseo de que se institucionalice el Día Nacional de los Ríos y se prohiba deforestar a 40 metros de las orillas, entre otras ideas que requieren patrocinadores de un sueño.
FRASES

"Para mí, en la política no hay amistad. Solo mi río, mi fauna y mi flora son sagrados".

"Me gustaría que viniera un paisa a arreglar esto por aquí. Medellín es la única ciudad que le hace un desfile a las flores, a la naturaleza".

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