Estefanía hace parte de un grupo de siete niños de varias regiones del país que en los últimos meses se han beneficiado del trabajo de Christián Silva, un joven de 30 años que elabora y dona de su propio bolsillo prótesis impresas en 3D a niños de escasos recursos que han perdido una o ambas manos a causa de malformaciones genéticas o de accidentes. Con unos 500 mil pesos, que saca de sus ahorros, de sus ingresos personales y de los recortes de gastos en su hogar, este hombre hace rendir cada centavo para cubrir los costos de fabricación de cada una de las prótesis, cuyo valor comercial, asegura, oscila entre los 2.000 y los 3.000 dólares (alrededor de los 5 y los 8 millones de pesos).
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