Diversidad sexual
Jesús Alejandro Lárraga Rubert
El amor es una fuerza creadora, la capacidad de amar es innata y se encuentra en todos los seres humanos; por lo tanto, hombres y mujeres, ya sean heterosexuales, homosexuales o bisexuales, tienen la capacidad de amar. Ciertamente las relaciones heterosexuales gozan de una libertad para expresar el cariño, pero hasta cierto punto, pues la misma sociedad que acepta este tipo de relación, la mantiene bajo una sorprendente presión, pues debe seguir reglas preestablecidas para disfrutar de la relación (estatus social, nivel económico, raza, religión, educación, etcétera). ¿Pero qué sucede con el otro lado de la moneda, con aquellas relaciones que se ocultan o bien se exponen deliberadamente tratando de conseguir un espacio en la sociedad?
Si bien en la mayoría de las culturas se ha expresado la homosexualidad o la bisexualidad, no en todas han sido aceptadas; por ejemplo, en la antigua Grecia la homosexualidad era aceptada hasta cierto punto, y tenía explicación en la mitología (cuando Zeus tuvo una aventura con un joven llamado Ganímedes, que después pasó a ser su copero y Zeus lo convirtió en la constelación de Acuario), y con ella se “educaba” al púber para una relación futura con una mujer, es decir, un adulto denominado Erasta mantenía un amorío con un joven mancebo denominado Erómeno. Esta relación terminaba cuando el joven alcanzaba la mayoría de edad. Sin embargo, el lesbianismo no era aceptado, era rechazado totalmente y sólo algunas mujeres aristocráticas o adineradas realizaban esta práctica; Safo de lesbos (de ahí el termino lesbiana) fue una de estas mujeres. Incluso en Roma, donde muchos de los placeres carnales fueron permitidos, la diversidad sexual fue un tabú. Si bien la mayoría de la población que practicaba relaciones homo/bisexuales, no se exponían abiertamente, un ejemplo podría ser lo sucedido con Heliogábalo o Marco Aurelio Antonino (204- 222 D.C.), quien fue un emperador Romano, asesinado por sus centuriones cansados de la excéntrica forma de vida, pues este joven tenía la costumbre de travestirse en las noches y dar servicio en prostíbulos; además trató de operarse, y se casó con un hombre llamado Heracles, y no conforme con esto se le ocurrió abdicar a su favor y ponerlo al mando del imperio para convertirse, él mismo, en emperatriz. Como éstos hay varios ejemplos, tenemos a Sodoma (de ahí sodomita, otro término para homosexual) y Gomorra, ciudades que fueron destruidas por designio de Dios; la inquisición juzgó y sentenció a muerte (además de judíos y musulmanes, o supuestas brujas) a algunos hombres homosexuales por no seguir las normas de Dios.
En la actualidad aún existe rechazo por parte de la sociedad hacia las tendencias homo/bisexuales, aunque hay una mayor tolerancia y se han dado nuevos enfoques al tema de la diversidad; por ejemplo, la del teólogo Ricardo Zimbrón Levy, que en su libro Nuevos enfoques sobre la homosexualidad, de una manera sencilla busca la orientación NO condenada de la conducta homosexual, a través de enfoques teológicos, biológicos, sociales y psicológicos.
Actualmente la homosexualidad no es una enfermedad, ni tiene cura, aunque aún se investigan los motivos y causas de este fenómeno; incluso existen instituciones de ayuda al homosexual y a los familiares para convivir y tolerar la esta conducta, pero aún persiste la intolerancia que a veces llega hasta la violencia física e incluso hasta el asesinato. Además de los constantes rechazos a los que se enfrenta la persona homosexual, también debe afrontar todos los peligros que conlleva aceptarse, como son la violencia física, psicológica y espiritual, abuso de autoridad, violación, corrupción de menores, etcétera. Sin embargo, en algunos países ya se realizan estudios para legalizar los matrimonios y adopciones por parte de homosexuales, todo esto gracias a la lucha de varias generaciones interesadas en obtener un lugar en la sociedad, puesto que al ser seres humanos, todos tenemos derechos iguales y ante Dios no hay distinción.
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