Gabriel García Márquez dice que uno de los defectos que tenemos los colombianos es el de que nos la pasamos mirándonos al ombligo. Por eso, al menos de vez en cuando es bueno darse una vuelta por el mundo para ver otras realidades. En tiempos de Internet esto ya es posible. Basta echarle un vistazo a las notas de los periódicos españoles que cuentan la noticia de Iñaki Azkuna Urreta, el alcalde de Bilbao, fallecido la semana pasada, el jueves 20 de marzo.Además de los textos de los artículos también es bueno pasear por los foros de los comentarios de los lectores en donde tradicionalmente gobierna la anarquía, el insulto, la descalificación, para darse cuenta que en este caso todos se inclinaron ante la huella dejada por este hombre."Gracias alcalde, con lágrimas me despido en mi nombre y en el de tantos otros bilbaínos que sin profesar tus siglas hemos podido valorar y admirar tus valores, trabajo, honestidad y humanidad. Nos dejas a todos un poco huérfanos", dice un usuario en El Mundo de Madrid. "Una gran persona, un gran alcalde y todo un señor. Solo los grandes se convierten en personas transversales apreciadas por todos más allá de las ideologías. Mis condolencias a la familia y a todos los bilbaínos", agrega otro en La Vanguardia de Barcelona.Y hay más: "Un ejemplo en la gestión municipal. Se pueden hacer muchas cosas para los ciudadanos sin derrochar recursos ni endeudarlos. Se ha merecido descansar en paz", anota otro en El País. "Siento una gran pena cuando veo que se van los mejores, y él lo era y en muchos aspectos, entre ellos como persona", anota uno más en el monárquico ABC.Son decenas y decenas de páginas de comentarios dedicados a su memoria. No hay uno solo que tenga un reproche o una palabra alejada del respeto. ¿Pero quién era este hombre y qué fue lo que hizo en su alcaldía para que una nación entera asuma tal reverencia?Iñaki Azkuna Urreta nació en 1943. Era hijo de un trabajador metalúrgico y de una costurera. Estudió Medicina y se especializó en Cardiología y Radiología. Después de varios trabajos en hospitales, optó por el servicio público. El 13 de junio de 1999 se presentó a las elecciones municipales y fue elegido como alcalde de Bilbao.Luego, fue reelecto una y otra vez por los habitantes de su ciudad que le agradecían su enorme capacidad de trabajo, su entrega absoluta, su honradez a toda prueba y su sentido común para hacer las cosas que requería la urbe, gobernó durante más de 15 años continuos.Así, por ejemplo, de ser una ciudad plomiza, con unos rasgos industriales que la hacían ver un tanto ruda, él impulsó el conocimiento, el transporte moderno, las artes, los parques, el acceso a la educación, los derechos de salud sin distinción de clases. Invitó a los constructores para que ayudaran a edificar la ciudad del futuro. Hizo de esta urbe una de las más cosmopolitas sin perder el carácter acogedor.Después de hacer el Museo Guggenheim Bilbao, llegarían otras obras emblemáticas, como el metro de la ciudad, el Palacio Euskalduna, Abaindoibarra, la Torre Iberdrola, y más recientemente, el nuevo estadio San Mamés y los renovados accesos a la ciudad. "Y lo más meritorio es que logró afrontar la modernización de Bilbao con las cuentas municipales saneadas, lo que le permitió convertirse en uno de los pocos alcaldes españoles que podía presumir de tener la deuda a cero", dice una nota periodística.Y aunque era de una familia nacionalista en un lugar en donde ETA imponía sus leyes con las armas, él los enfrentó y les dijo que a él no le iban a dar clases de democracia. En un lugar en donde la banda terrorista y sus partidos políticos afines imponen su criterio, este desafío sonó durísimo pero él lo ganó. Se impuso con respeto. Y en una región en donde se silba el himno de España y se queman las imágenes del rey, este alcalde se hizo su amigo. Al rey Juan Carlos le encantaba visitarlo para tomar café juntos. "Las personas deben estar por encima de las ideologías", decía él. Siempre rehuyó del carácter confrontacional, de la peleadera cotidiana. "No tengo tiempo para tonterías". Era hombre de consensos y de respeto por los dineros públicos. "Los valores no se negocian", decía.A pesar de los riesgos para su seguridad, por el divorcio trazado con ETA, se alejó de los escoltas y era feliz caminando por la ciudad. "Un alcalde debe estar en la calle para comprender los problemas de la gente y para darles solución". Es decir, un personaje distinto a todos aquellos burgomaestres que andan en sus camionetas blindadas abriéndose paso entre la muchedumbre mientras las mayorías sufren las incomodidades del transporte masivo. Un señor alcalde. "Su mejor programa político era su sentido común", dijo un comentarista en la cadena SER.Era tan buena persona, tan honesto, como fuerte de carácter. "Uno no puede estar vacilando. Las cosas hay que hacerlas siempre en beneficio de la gente", argumentaba. Todo esto hizo que en 2012 fuera electo como Mejor Alcalde del Mundo por la Fundación City Mayors, Antes de marcharse para siempre dejó preparado un mensaje póstumo a sus ciudadanos: "Gracias a todos por haberme ayudado y soportado. Sois estupendos". El jueves pasado, le rindieron honores de Jefe de Estado en su despedida final.Es posible que si el alcalde de Bogotá destituido e inhabilitado y que dice que puede volver, o el encargado que dice que no sabe si es por unas cuantas horas o meses, o si los nuevos aspirantes de la terna presentada este mes que aseguran que estará en el Palacio Liévano por unas semanas, porque después tienen otros propósitos, o el que gane las probables elecciones, tenga algunos de estos rasgo de Iñaki Azkuna Urreta, Bogotá pueda ser una ciudad distinta. Son los pasos para llegar a ser el mejor alcalde del mundoIñaki Azkuna Urreta, el alcalde de Bilbao, fallecido la semana pasada, el jueves 20 de marzo.
Enviado desde la app Semana.com de iPhone
Enviado desde mi iPhone
No hay comentarios:
Publicar un comentario